--.Tragando polvo, escupiendo amor.--

viernes, 18 de julio de 2008

Tragando polvo, escupiendo amor .


A veces, cuando siento que las mañanas se eternizan, cuando siento que la noche anterior clasificó por nombre y experiencias los sueños y pensamientos venideros, mi cabeza tiende a pesar…mis ojos tienden a perderse y a no creer.
Tardes enteras, tardes para permitirme una mirada tal, ahora que la veo frente a mi, pesa. Creo que las melodías ya no armonizan con la fiebre que se desprende de mi frente, con el sudor que me retiene a realizar movimientos y cometer gestos para que sonrías.
Ahora, sin embargo mis manos que congelan y continúo tratando de explicar cómo y porqué mis suspiros van al revés...
O tanto aún, por qué no simplemente me conformo con dormir, en blanco y negro...o a colores, o tal vez silenciarme, y no oír más, pero aún así intento reconocerme, en descubrir en lo que creo, en mis rezos, inclusos en mis plegarias de anochecer, en sinfines eternos, en añejos dolores, entre imágenes ocultas y palabras de aceras.
En esas mañanas es cuando puedo decidir si pensar aún más, o parar para ir a un baño blanquecino, horrible y que marea, con un espejo enfrente que no sabes si dios o el diablo hablará esta vez.
El tiempo que transcurre entre horas, minutos verdes y segundos lilas…en esos momentos es cuando detesto escuchar una y otra vez ronquidos que calan heridas, de esas adentro que crujen, de esas que cada día se desprenden con aliento podrido, y si de confiar se tratara, si simplemente fuera simple, sobretodo entender, ese olor putrefacto no saldría más, ese nudo no ataría más nada, nunca más… y no marcharía tu cabeza sobre ruedas de porqués, de esas lágrimas reprimidas, y esas ganas imparables de continuar deletreando padeceres internos.
Como si bailar fuese a restaurar membranas o como si el cielo se abriera para rociar frente a ti las estrategias, o el fin de todo.
No, la simpleza no es grieta de caminos, y el destino no son nubes grisáceas, eso lo sé, y creo que de alguna manera mis células también lo saben, aunque lo descubrimos separados, y seguiremos haciéndolo de este modo hasta que por lo menos aprenda su lenguaje, no me culpes por soñar, las cosas menos valiosas, son las que mi yo y conmigo nos une aún, y mantiene un corazón aún latente, que se seguirá rompiendo, porque creo que mi tarea es repararlo de vez en cuando.


Así como cuando de niña descubrí que volar desde un alto techo era empresa peligrosa, no podía aceptar que simplemente la vida era tan triste para no poder volar, desde adentro sabía que los caminos que venían, iban a desequilibrar mi interior, que me harían llorar, y que reconocería pasajes de canciones, aquellas que me harán recordarme a mi misma…
Sé desde las entrañas que los perfumes del alma no vuelan hacia mí, como también siempre supe que los líquidos tibios se evaporarían de mí alrededor, y que no estarían para protegerme, que mis enemigos serían mis decisiones y que el dolor sería la causa de vida en mi interno testimonio. Tal vez lo que debía ser entre rosales era tan sólo esperar y ver desde los pétalos cómo debía hablarme, como contar pasos hacia adelante y como quedarme en silencio por siglos para enamorarme desde niña de mis cuentos de hadas.
Quizá desde afuera siempre vi esto, y quizá no fuera necesario sacudir mis pesadillas para encontrar los porqués de esas mañanas que me acompañan de tiempos inmemoriales.




Esas mañanas continúan apareciendo día tras día, y mis ojos continúan brillando, a pesar de que esperé opacarlos tan rápido como pudiese, brillan sin más, cada día por una razón distinta, cada día por un amor más intenso que el anterior, sonriendo...y esperando para inspirarme de vez en cuando, cada vez que sienta a mi corazón trizarse, entre suspiros y bombeos repentinos, que lo asustan, porque sabe que no lo ayudaré si algo le sucediera, a veces quisiera escucharlo, tan sólo para preguntarle qué hacer ahora, mis pies se confunden, eso lo sé, antes le decía que hacer, ahora, se ha silenciado, y me asusta no tenerlo, me asusta que cuando inconsciente le escuché hablar de su amor, que comparte con mis ojos, pero que no me relata antes de dormir, como antes. Ese amor que oculta porque no quiere que se destruya, y creo que yo tampoco, él es feliz, el suspira, y aunque le ordeno a mis labios a no hacer caso, de vez en cuando se le escapan suspiros, yo simplemente le regaño, por débil, por fantasear, por enamorarme, y enamorarse él.

SIGA LEYENDO