“La instigación al suicidio, por momentos aterradora, era una presencia constante luego de acabar cada botella”
E. Sabato.
De esos demonios que no quiero revelar, de esos que carcomen mi cerebro y mis caminos, esos son los fantasmas que quiero abandonar, hundirlos y ahogarlos en una copa sedienta. Porque yacen en lo profundo de mis razonamientos y luego tiendo a pensar que mi locura es casi divina, casi infantil. Y entonces, mi reflejo perturba y remece mis huesos. Yo dejo de pensar y vuelvo a tomar sus manos, sus garras, y los acompaño a mi interior, para gritar sin sonido, para correr sin avanzar, para verlos cada mañana a través de mis ojos frente al espejo. Y continuar con los dientes tensos, y los ojos negros. De esos demonios te quería hablar.
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